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jueves, 23 de julio de 2015

Descubriendo Cafayate

A medida que el tiempo transcurre, solemos ver las cosas de modo diferente y la distancia que impone ese devenir, suele clarificar la mente y los conceptos, al menos eso funciona en mi persona.
Me he tomado unas cuantas semanas para escribir esta entrada sobre Cafayate. No fue por falta de tiempo ni por pereza, la realidad es que al volver de ese viaje por el Noroeste argentino, me sentí atravesado por ese poderoso lugar, todo lo vivido había sido tan perfecto y quede con la sensación que si escribía inmediatamente, casi con seguridad daría una visión sesgada, en la cual no quería incurrir. Aclaro que no está mal que eso suceda cuando uno es sincero con sus sentimientos, solo que yo decidí no hacerlo, por el contrario quise dejar que el tiempo pase y ponga las cosas en perspectiva.

Cafayate es uno de los sitios mas bellos de Argentina, eso no es una opinión fanática, es tan solo una realidad. Mi estancia en esta pequeña ciudad fue tan confortable y plagada de buenas situaciones, que me cuesta recordar algún otro viaje de enoturismo, en el cual me haya sentido tan a gusto. La comida que he probado es exquisita, los vinos son excelentes, el paisaje y el clima incomparables, la gente de una calidez única, etc.. Es de esos lugares en los que uno dice, yo podría vivir aquí feliz el resto de mis días.

Desde la sinceridad, también debo decir que uno no puedo tener una visión muy clara del panorama vitivinícola de una zona con tan solo 4 días de recorrida. Por ese motivo tan solo me limitaré a expresar mis sensaciones, que por cierto pueden ser erróneas, pero al fin de cuentas, son tan solo eso, sensaciones.

He podido visitar como siempre me gusta hacerlo, emprendimientos de todo calibre, gigantes, medianos, pequeños y artesanales.
Entre los gigantes pude visitar El Esteco y Etchart, dos de los mas grandes de Cafayate. Alejandro Pepa en El Esteco, además de estar a cargo de una verdadera fábrica de vinos,  está buscando nuevas variantes, vinificando cepas como la criolla en huevo de hormigón y cabernet crujientes y austeros que algún día verán la luz para sorprender, si bien es un emprendimiento que se sustenta en las líneas Don David y Elementos, el equipo enológico se permite investigar y profundizar sus conocimientos de este terruño tan enigmático y complejo sin dar por sentado los laureles conseguidos, finca Los Notables cabernet sauvignon es uno de mis vinos de cabecera desde siempre.
En Etchart Ignacio López nos dio un pantallazo esclarecedor, si bien todos los vinos del portafolio están en un estándar muy alto, en las puntas hay como una especie de sorpresa para mí. Si tuviera que elegir 2 vinos de la bodega, me quedo con el mas económico y el mas caro, tanto el Etchart privado torrontés como el Arnaldo B, me han dejado sin palabras, solo me entrego a beberlos de a litros, casi sin analizarlos porque corren por la boca con un vértigo inusitado. En estos momentos, Etchart está trabajando con mas de 30 cepas diferentes, probando año a año como se van dando en las diferentes fincas de las cuales suelen vinificar. En los dos emprendimientos que denomino gigantes y que se sustentan en sus líneas de base, me queda la sensación que se siguen buscando nuevas expresiones, sin prisa pero sin pausa.

En la visita a El Porvenir, Mariano Quiroga Adamo y todo su equipo enológico, están en un momento de gran crecimiento. Los vinos de nueva añada han dado un giro interesante, sus tannats hace ya un par de años que me vienen gustando mucho, pero el malbec 2014 es de lo mejor que he probado de la bodega en la línea Laborum, no sé si fue un gran año o el tipo estuvo inspirado en el momento de cosecha o si le hizo algo que yo no puedo entender, pero en resumidas cuentas ese malbec es de los míos, lo quiero siempre en mi cava. Entre tantas perlas que pudimos degustar hubo una a la que no se puede acceder porque la cadena de restaurantes Gaucho se llevó todo, es un bonarda de características únicas, al probarlo y saber la historia mi primer pensamiento fue, yo también me lo habría llevado todo. Me queda la sensación que las últimas dos cosechas. El Porvenir está produciendo vinos de alta gama, mucho mas emparentados con el terruño que quieren reflejar.
En la visita  a Piatelli, Alejandro Nesman nos hizo probar una veintena de vinos que todavía están en tanque, blancos y tintos con personalidad, tradición y modernidad, en esta bodega que suele ser muy mainstream, también pude probar vinos en huevo de concreto con una verticalidad que sorprende. Blancos con mucha personalidad que pronto verán la luz y seguramente van a sorprender a mas de uno.

El encuentro en Amalaya con Francisco Puga, fue una clase magistral de lo que significa el arte de mezclar componentes de distintas fincas, tiempos de cosechas, tipo de vinificación, etc.. En los blancos fue revelador como el torrontés se muestra dependiendo de la zona, todos con un perfil  tan diferente y personal, de ahí a mezclar y buscar. Los tintos es algo de no creer, en un mismo blend conviven cabernet franc lánguidos de 12,5° de alcohol con bonardas robustos y maduros de 16°, sumando en el medio de esos extremos, otros varietales en muchos puntos diferentes. La alquimia de cada Amalaya pareciera ser un trabajo casi imposible para cualquier humano que no conozca este terruño como la palma de su mano. Paco Puga logró que cada vez que descorche un Amalaya, piense en todo el trabajo que hay detrás de cada etiqueta. Creo haber entendido porqué no existe vino de esta bodega que no me guste, la búsqueda reside en hacer vinos equilibrados que le gusten al experimentado y al principiante. Siendo un poco irrespetuoso, en la recorrida pude seleccionar dos blancos y tres tintos que embotellaría por separado para mi consumo personal, seguramente no tendrían ningún éxito comercial ya que mi gusto es bastante torpe.


No podía faltar el emprendimiento artesanal, así que fuimos a molestar una tarde noche a los Cristofani. Carolina Cristofani y Javier Saldaño, además de amarse mutuamente, comparten la pasión de hacer vinos. Con mínima tecnología logran emular la calidad de los grandes vinos cafayateños. Eso es debido a la materia prima que adquieren y a la rigurosa disciplina en la elaboración. Pude probar el Cristofani, Chanté y un delicioso Mistela de 15,7° de alcohol. Sin lugar a dudas el mejor mistela que probé en mi vida. Este emprendimiento casi artesanal posee la calificación de "vino Casero", pero para que no se preste a confusión, los vinos de Cristofani, son sin dudas, vinos finos y elegantes, cuidados hasta el mas mínimo detalle y con el singular perfil vallisto.

Me quedo con ciertas sentencias que me hablan de la sinceridad de sus hacedores:
“Uso levaduras seleccionadas porque no me puedo arriesgar a que se me pare la fermentación y perder toda la inversión en la compra de uva Premium”
“El que te dice que no corrige acidez en Cafayate, te está mintiendo”
“Cafayate, es color, intensidad, taninos, baja acidez”
“Hace 15 años que estoy tratando de entender este terruño y cada día aprendo algo nuevo”

Cafayate tiene todavía mucho por ofrecer, solo hay que estar atentos.
Salud



domingo, 14 de junio de 2015

Acajutla, Maradona, el mágico González y el Escorihuela tinto

“Vivió, eso sí, en un mundo de barbarie monótona. Cuando, en 1874, murió de una viruela negra, no había visto jamás una montaña, ni un pico de gas, ni un molino. Tampoco una ciudad.”
Jorge Luis Borges- Biografía de Tadeo Isidoro Cruz- El Aleph (1949)

Acajutla es el puerto más importante de El Salvador. Pude conocer éste recóndito lugar de Centroamérica en un momento algo turbulento de su historia y mas allá de los hechos, recuerdo aquella ciudad porteña con un dejo de melancolía.
A finales de la década del ochenta y gracias a que pude hacer un par de viajes de ultramar en la marina mercante, mi cuerpo y mi espíritu andaban por aquella selva húmeda que miraba de reojo el Océano Pacífico. Por aquellos años la República de El Salvador era un sitio convulsionado. No entendía bien que sucedía, entre canciones de Rubén Blades y bandas locales de música tropical, escuchaba por la radio mensajes del ejército que pedía a la guerrilla que depusiera sus armas y se entregara pacíficamente.


Al bajar a puerto y caminar por el pueblo cercano, reconocí escenas que me llevaban a un sitio de mi prehistoria. Vi a niños descalzos, jugando en la calle juegos de los cuales no recordaba su nombre,  creo solo haber leído de su existencia en libros de la década del cincuenta.

Al ir caminando por la calle principal, de todos lados aparecía gente que quería venderme algo o en el mejor de los casos pedir limosna, recuerdo una mujer pequeña y arrugada que me mostraba un cartel escrito a mano en un inglés que no podía descifrar. Una muchacha muda algunos años mayor que yo, me ofrecía sus servicios de meretriz con una sonrisa ancha como el Rio de la Plata y tomándome la mano casi con vergüenza pretendía apartarme de la media docena de personas que me rodeaban.
Calor, humedad, coches viejos y destartalados, cerdos que iban y venían. Todo parecía un caos controlado e inofensivo pero a la vez ensordecedor. Cuando comencé a hablar en español, la mayoría se retiró en silencio y con un dejo de resignación, menos la muda y un muchacho de mi edad que me ofrecía el mejor café del mundo.

Aquel muchacho se llamaba Jorge Ibrahim Argüello, andaba con un costal de café tostado de unos 10 kilos al hombro, tratando de vender o hacer un trueque por algo que le sirviera. No recuerdo el precio, pero sí recuerdo que quería conseguir algunas botellas de vino argentino, del cual decía era fanático, o en su defecto cigarrillos. Luego de un rato llegamos a un acuerdo, un kilo de café por cada botella de vino. En el barco tomábamos un vino que se llamaba Escorihuela, un blend económico de buena factura y que se bebía muy fácil.

Mas allá de nuestra relación comercial  y con el correr de los días, nos hicimos amigos, él admiraba a Maradona y yo amaba al Mágico González, a los dos nos gustaba el café, el vino, la literatura y las mujeres. Para hacerle probar mi mercancía nos sentamos en la puerta de un kiosco de la calle principal en la cual había unos bancos rústicos hechos de tronco y una mesa improvisada.  Jorge consiguió unos vasos y mientras bebíamos, charlamos de futbol, de libros, de política y por supuesto de mujeres. El ritual se repetía cada día luego  del almuerzo. A mi lado con esa sonrisa que parecía no tener fin, todos los días se sentaba aquella muchacha muda, que aparecía de la nada, siempre con aspecto de recién bañada y oliendo a fresias, el pelo mojado, su impecable vestido floreado y unas sandalias franciscanas color suela. Yo miraba a Jorge como pidiendo explicaciones de su diaria presencia y siempre contestaba con la misma broma “es tu novia, no me mires a mi amigo, arréglense ustedes”.

Luego de unos días de charlas y chicanas deportivas,  concertamos un desafío futbolístico, yo iba con mi equipo de gordos cuarentones  y él con el suyo, la cita era en un descampado en un paraje cercano. La cancha era de tierra y casi todos los de su equipo jugaban en patas. Armamos un 6 contra 6 y el picado terminó en un baile terrible.  El primer tiempo fue parejo, pero el calor y la humedad impiadosos, nos quitaron piernas y terminamos pagando caro el esfuerzo físico. Los salvadoreños nos pegaron tremenda paliza, un 4 a 2 categórico, en el cual yo hice los 2 goles de mi equipo y Jorge anotó 1.

La felicidad que tenía ese muchacho no podré olvidarla jamás, parecía que terminaba de ganar la copa del mundo. Luego de terminado el juego, vino a saludarme e invitarme a una comida a la noche en su barrio, por supuesto que accedí, pero entre broma y realidad me dijo  “tu novia es bienvenida, pero por favor trae el vino” mientras señalaba a la muda que estaba sentada mirando el partido con unos niños.

A la noche en el barrio de Jorge, comimos cerdo asado, bebimos solamente vino con hielo y ante el requerimiento de todos, bailé con la muda hasta que el cuerpo no quiso mas.  La noche terminó en parranda y en algún momento me dormí en un banco a la intemperie. Desperté al amanecer en el regazo de aquella muchacha silenciosa y sonriente, que a esa altura, parecía mi ángel guardián, me despedí de ella con un beso en la frente y me fui a desayunar al barco.

Luego de dormir un rato, almorcé y partí con una botella de vino bajo el brazo hacia el pueblo, me dirigí al punto de encuentro de costumbre, había mucho por charlar y bromear. Frente al kiosco estaba  la muda esperando con su sonrisa, Jorge no había llegado, supuse que la resaca lo había retrasado. Los vasos estaban preparados, le pregunté a la muchacha por mi amigo pero no supe entender lo que quería explicarme, así que sin más, nos dispusimos a disfrutar del intenso calor húmedo de aquel mediodía de julio en el trópico salvadoreño.

Pasaron algunas horas y a lo lejos una unidad militar marchaba hacia nosotros, llamó mi atención pero no demasiado, ya había visto días anteriores algo similar. Algunos civiles arengaban y otros
mostraban su descontento. A lo lejos escuché la voz de Jorge “ ehhh amigo, me voy al monte unos días”. Se me heló la sangre, no entendía nada. Jorge vestido de fajina con un fusil al hombro caminando hacia la selva. Me levanté tan rápido como pude y sin soltar mi vaso de vino fui a su encuentro y en un acto reflejo y estúpido,  le ofrecí lo que tenía en mi mano casi a modo de venia.  Jorge le dio un sorbo y su rostro se iluminó al tiempo  que decía “que buenos vinos tienen carajo”. Le pedí que se quede con nosotros,  pero con una sonrisa y un movimiento de su cabeza,  me hizo entender que no podía, ni tampoco quería.

Lo acompañé en silencio unos 150 metros  hasta una valla que rezaba,  “no pasar de este punto, zona militar”.  Nos despedimos con un abrazo y con la promesa de volver a brindar por Maradona y el Mágico González.  Me quedé apoyado en la valla como quien espera que parta el último tren de la noche, antes de perderse en el sendero colmado de verde, aquel muchacho se dio vuelta y levantando la mano gritó “a la vuelta te doy la revancha al futbol”. Volví a mi lugar del kiosco, donde la muda esperaba, por primera vez en esos días su sonrisa se había diluido, tristemente su mirada parecía querer consolar la mía.

Me senté un rato mientras pensaba lo injusto que era que uno de los nuestros fuera a la guerra. Sentía que Jorge no iba a volver, que se perdería tanto futbol, tantos libros, tanto café, tantas charlas, tantas decepciones amorosas……tanto por vivir.
Me levanté despacio y miré por última vez el pueblo, la viejita con el cartel en inglés estaba sentada en el umbral de una puerta, los niños corrían empujando una rueda con un palo, los cerdos iban y venían como dueños de la calle, una mujer gorda con un vestido hawaiano se abanicaba en la esquina, tres hombres hablaban y bebían cerveza en la vereda de enfrente, la muda me miraba como sabiendo que sería la última vez que nuestras miradas se cruzarían.
Me despedí de todos diciendo “hasta mañana” y me dispuse a caminar los 5 kilómetros que me separaban del puerto.

Nunca mas volví a ver Jorge, ni a la muda, ni a Acajutla. Tampoco volví a ver esa etiqueta del Escorihuela tinto.

jueves, 28 de mayo de 2015

Los Valles Calchaquíes, un viaje al desierto de Dios

Los Valles Calchaquíes son un sistema de valles y montañas del Noroeste de Argentina que por 520 km se extienden de Norte a Sur por la región centro de la provincia de Salta, extremo oeste de la provincia de Tucumán y región noreste de la provincia de Catamarca.

Tolombón
En toda su extensión, los valles se encuentran sembrados de pueblos antiguos,  sitios precolombinos y coloniales, en gran medida intactos, como Cachi, Amaicha del Valle, Santa María, Cafayate, San Carlos, Angastaco, Molinos, Seclantás, entre otras.
Además de toda esa riqueza y como otro regalo de Dios, el valle tiene el encanto especial de ser una de las zonas vinícolas mas prestigiosas del mundo. Arrancando en los 1700 msnm hasta los 3100 msnm, es la zona productora de vinos mas alta del planeta. Y quien haya podido visitar los viñedos que allí se cultivan, podrán entender el impacto profundo que estas condiciones transmiten a las uvas y por ende al vino.

Dávalos, Etchart, Asmet, Mournier y Figueroa entre tantos otros hombres y mujeres dedicados a la viticultura, hace décadas vienen dejando un profundo surco en los Valles Calchaquíes. Ese arduo trabajo sostenido en el tiempo, ha logrado identificar a los vinos del NOA, como exponentes de altísima calidad y con un sentimiento de pertenencia único.

Ese trabajo también ha logrado inspirar a nuevas generaciones, que toman este legado, como parte de la tradición y la cultura vallista.
El Esteco en Cafayate

En un reciente viaje por la zona, he podido conocer a una nueva generación de enólogos e ingenieros agrónomos, casi todos entre 30 y 45 años, que siguiendo ese rumbo marcado por los mayores, también están dejando su impronta en los vinos que elaboran.

El viaje en si mismo fue puro disfrute y aprendizaje, en lo personal quedé impactado por la belleza del entorno natural, por la calidez del trato humano y por supuesto, por el trabajo que allí se hace con los vinos.

También esta recorrida me ha servido para derribar algunos prejuicios que tenía sobre los vinos del NOA  y a la vez ratificar algunos conceptos que correctamente tengo desde hace tiempo.
He vuelto con la grata sensación que en estos valles, el terruño parece marcar con notoriedad la clase de vinos que de allí salen. Suelo calificarlos como enérgicos, tanto blancos como tintos, suelen mostrarse con mucho color y con bastante concentración, de acidez baja a moderada y con ese particular perfil que a mi me evoca a las especias, pero que los mas conocedores llaman, el perfil "vallisto".

Las nuevas modas que hablan de frescura y menos madera, también han llegado allí, y casi todo lo que he probado va tomando ese rumbo sin perder identidad. En mi caso particular, me parece el camino mas acertado.
Viñedos en Molinos a mas de 2600 msnm
Sigo pensando que los vinos del NOA son distintos, porque el lugar geográfico y sus suelos son distintos, el clima y la insolación son distintas y por supuesto los hombres y mujeres que hacen vino en ese desierto de Dios, también son distintos.


En definitiva,  he profundizado mi eterno romance con los vinos del NOA. 
En próximas entradas les cuento un poco mas en detalle.

sábado, 16 de mayo de 2015

NOA Wine Tasting 2015, la gala del Malbec

Otra edición del NOA Wine Tasting  se consolidó con singular éxito. El evento, que congrega a enófilos y entusiastas del vino principalmente,  tuvo su edición honrando a nuestra emblemática cepa, el malbec. 55 muestras de diferentes partes del país se degustaron a ciegas reflejando las distintas expresiones que adquiere a lo largo y ancho de nuestro suelo.

Los participantes destacaron cuán variable se muestra según el "terroir" de donde provenga y resaltaron la excelente calidad percibiendo los vinos todos muy parejos en cuanto a la hora de elegir sus preferidos, al punto de quedar 2 muestras compartiendo el segundo puesto con idéntica cantidad de puntos según el cálculo del promedio.

Como ocurrió en la edición anterior, entre las diferentes tandas de vinos por las que estaban separados, se pudo entretener el estómago con appetizers, tapas y empanadas,  para terminar con una suculenta cena que antecedió a la entrega de varios premios de considerable importancia.

También cada participante se llevó como obsequio de la organización la copa del evento grabada con el logo del mismo y toda la información respecto a los vinos degustados y donde poder adquirirlos.

La degustación fue dividida en 3 tandas de acuerdo a sus precios.
A continuación les dejo el podio del evento:

Ronda 1 : hasta $110
1_ Cafayate Reserva Malbec 2013
2_ Noble de San Javier Malbec 2013
3_ Tukma Reserva Malbec  2011
4_ Kaiken  Malbec  Reserva 2012
5_ Luna Malbec  2013


Ronda 2: $110 a $210
1_ La Estancia de Cafayate Malbec  2013
2_ Gran Impaciente Malbec  2013 compartiendo puesto con Kaiken Ultra Malbec  2012
3_ Piattelli Reserve Malbec  2013
4_ Cafayate Gran Linaje Malbec  2013
5_ Malbec de Ángeles  Malbec  2011


Ronda 3: más de $210
1_Piattelli Grand Reserve Malbec  2013
2_ Laborum Malbec  2014
3_ Altupalka Malbec-Malbec  2012
4_ Altupalka Malbec Extremo 2011
5_ Colomé Auténtico Malbec  2012


Como consideración personal quisiera dejar algunos puntos para resaltar:

-Organización perfecta, no encuentro puntos negativos para destacar.
-Vinos a temperatura ideal de cata y servicio profesional.
-El salón es muy amplio con buena distancia una mesa de otra.
-La comida principal fue bien abundante, sabrosa y preparada minutos antes de ser servida.
-Todo el evento se pudo seguir por pantalla gigante con detalle de cada muestra.
-Climatización perfecta, en ningún momento sentimos frio ni calor.
-Me llamó la atención la poca contaminación sonora, ya que éramos casi 80 personas y existía un clima de tranquilidad muy confortable. Seguramente se deba a que los asistentes en su gran mayoría eran norteños, los eventos de Buenos Aires suelen ser muy bulliciosos.

Con respecto a los vinos, debo admitir que los nuevos malbec que se avecinan van por un camino mas fresco, tratando de diferenciarse de otras añadas donde la extrema madurez primaba. Veremos cuanto dura esta nueva tendencia que a mi parecer, es un punto a profundizar.

En resumen creo que es un evento que ningún enófilo norteño debería perderse, ya que es de características únicas en su zona de influencia.

¡Felicitaciones a los organizadores y a todas las bodegas participantes!


Espero volver en la próxima edición.