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sábado, 2 de junio de 2018

Chanchos deslenguados vol XVI

El pasado sábado 26 de mayo, en Santiago de Chile,  se realizó en el restaurante Lucila de Nosotros en el GAM, la edición XVI de la feria Chanchos deslenguados creada por Sebastián Alvear. Es la feria a la que hace años quiero ir, pero  siempre por algún motivo, me ha sido imposible asistir. Todo llega y este año pude darme el gusto.

Vinos sin tabú es su slogan y toda una declaración de principios, quien asiste, sabe que va a  encontrarse con cosas que están a contramano del mainstream. El perfil de la feria es acercar al público Santiaguino, productores que son invisibles para la gran industria del vino trasandino, sin embargo alguno de ellos son productores de renombre mundial. Sebastián se preocupa en seleccionar a esos pequeños proyectos rupturistas y a la vez darle la posibilidad al productor de mostrar su trabajo. Digo esto porque hablando con expositores, el alquiler del stand es económico y sumado a que también pueden vender sus vinos, en algunos casos terminan amortizando la inversión. La entrada es también muy accesible, 8000 pesos chilenos (aproximadamente 12 dólares).  Da la sensación que todos ganan, lo cual también me suena a rupturista, dado el concepto "feria de vinos" al que uno está acostumbrado.

Chanchos deslenguados es una feria itinerante ya que en cada edición cambia de lugar. En ésta última, el GAM fue una gran elección en mi opinión, puesto que está muy cerca de la parada del metro y a mano de todo. El hecho de que se hiciera en un restaurant del predio es otro punto a favor para el asistente que quiere ir temprano y almorzar algo en el lugar, a un costo también muy económico. Otro cosa que me gustó y vengo reclamando a otras ferias, es el hecho que si un vino te gustó mucho, puedas comprarlo, cuantas veces nos ha pasado de ir a un evento de vinos, probar un vino que te encanta y luego no conseguir esa etiqueta o cosecha nunca mas.

El evento se desarrolló en el horario de 11 a 19 hs y pasaron aproximadamente 500 personas, en un orden bastante sorprendente.  El clima es entre relajado y festivo, en las 8 horas que dura el evento, hay tiempo mas que suficiente para recorrer los 25 expositores y probar todo, almorzar, charlar, escuchar música, relajarse en el patio del GAM y si te quedan dudas volver a probar.

Vayamos a los vinos y sus productores. Entre los ya clásicos de Chanchos, pude encontrarme entre otros a viejos conocidos como Villalobos, Montsecano y el mítico Louis Antoine Luyt en persona. Los demás proyectos casi que no los conocía y en la mayoría de los casos me encontré con productores que hacen vinos de buenos a excelentes. Sentí que hay una línea que une conceptualmente a todos y frases repetidas en cada stand, las que mas he escuchado son:
-Vinos naturales-Parras viejas-Poco agregado de sulfuroso-Expresión de terruño-Poca intervención enológica-Vinos frescos-Acidez natural-Levaduras indígenas.
En la recorrida final, estas frases no parecen estar muy lejos de lo que he probado y no caen como muchas veces me ha pasado, en un vacio sin sentido.
Me he vuelto a encontrar con cabernet frescos y crujientes, pinots tensos y puros, carignan que son pura fruta y acidez, cinsault austeros con tremendo peso en boca, mucha uva país con diferentes estilos que van desde recios a suaves, blancos y naranjos que desafían el paladar con filo y sutileza, sidras de manzana y membrillo deliciosas de una pureza sorprendente, etc.. Si tuviera que resumir todo lo que he probado y utilizando una sola palabra, creo que PUREZA es la que mejor define mis sensaciones. 

Me he vuelto a Buenos Aires con una muy grata imagen de este evento. Muchas veces he sufrido las ferias de vinos, pero en este caso fué puro disfrute y descubrimiento. Probé vinos de esos que uno no consigue en otros lados de la tierra, cepas que ni sabía que existían, aprendí, pregunté, me reí, todo en un clima relajado, amable y festivo. Lo único que lamento es no poder haberme traido unas 10 o 12 botellas de los que mas me gustaron.

Larga vida a Chanchos Deslenguados, tengo otro motivo mas para volver periódicamente a Santiago.

Salud!!!


viernes, 27 de abril de 2018

Barda pinot noir 2016, la conexión malbec


Ya he hablado en otras entradas de lo difícil que es hacer pinot de clase mundial en nuestro continente, es realmente una tarea titánica venderles pinot a los consumidores de América y especialmente de Argentina.

En nuestro caso tenemos una bendición griega que es el Malbec, pero como toda historia griega, una gran virtud, trae aparejado una tremenda maldición.
El malbec es un don, si, como negarlo, es una cepa hermosa, que se adaptó a nuestro terruño de una manera única y que da vinos formidables. Pero en contra partida, todas las demás cepas quedan expuestas a su belleza. Opacadas, mal entendidas, maltratadas, arrinconadas y puestas en un sitio donde les resulta muy complejo competir con la reina de nuestro país.

Viñedos en Neuquén
El pinot noir patagónico es complejo y único a la vez, sin embargo siempre tuve la sensación de que nunca le encontraron el punto justo y que es muy difícil aunar criterios y hablar de un pinot patagónico de pertenencia.

Con el Malbec ha sucedido en los últimos años un hecho muy positivo, mas allá de gustos personales, un catador medianamente entrenado, hoy día puede encontrar diferencias sustanciales entre los malbecs mendocinos de diferentes zonas, inclusive en algunos casos hasta en los denominados vinos de entrada de gama o entry level, o sea en la base de la pirámide. Luego de casi 2 décadas y miles de desaciertos, creo que gran parte de la industria que hace Malbec a gran escala, entendió que expresar su zona de procedencia sin demasiados artilugios, es un factor de venta diferencial.

Lamentablemente con el Pinot, el tema no es tan notorio y ante una etiqueta patagónica por mas entrenados que estemos, se nos hace muy difícil poder reconocer si el vino en cuestión es de San Patricio del Chañar, General Roca, Mainqué, etc..

Con el correr de las décadas he podido probar casi todos los pinots que salen de nuestra tierra y hace unos cuantos años Canale hacía una línea de base que estaba muy bien para su precio,  poco a poco se fue prostituyendo por un mercado que le exigía cosas que el pinot patagónico no está para dar en su gran mayoría.

Bodegas Chacra, Rio Negro
En mi humilde opinión, el pinot noir patagónico tiene un potencial enorme y un perfil organoléptico único, pero me queda la sensación, luego de casi 20 años de estar probando,  que son pocos los emprendimientos que le dan a la cepa, la posibilidad de expresarse tal como es. Seguramente tenga que ver con el manejo del viñedo y las vinificaciones que se utilizan. Acaso sea el uso indiscriminado de levaduras de laboratorio que hace que muchos pinots al sur del rio Colorado, tengan ese descriptor de frutilla en mermelada tan artificial. O puede ser que el uso de chips y duelas que transmite a ciertos vinos patagónicos esas notas de chocolate y tabaco, no terminen resultando agradables al conjunto final del vino. O pueden ser muchas las variables que logran una homogenización negativa. Por lo expuesto y creyendo en el potencial de la Patagonia,  siento que hay algo valioso por esas tierras y que muy pocos se han tomado el trabajo de entenderlo o en su defecto, correr el riesgo de dejarlo salir.

Como consumidor que ama la cepa, deseo que se haga algo de aquí a 10 años, que pueda sentarme una noche como tantas y tener la posibilidad de trasladarme con mi mente a Gral. Roca, San Patricio del Chañar, Mainqué, Valle Azul, El Hoyo, etc.. En resumidas cuentas que me pase lo que me pasa con otras cepas y otras zonas del país donde las diferencias son mas marcadas y notorias. Mas allá de mis deseos que a nadie le importan, creo que es el momento de dar el salto y posicionar a la cepa como emblema patagónico, seguiendo el ejemplo del malbec mendocino y su gran reconversión de los ultimos 8 años.

En la oscuridad mas cerrada, siempre aparece una luz al final del túnel y  ya hace bastantes años, un par de italianos creyeron que era posible hacer pinot noir de buena calidad en la estepa patagónica,  sobre todo con sentido de pertenencia. Ese proyecto comenzó con un viñedo del año 1932 en el año 2004 y luego se fueron sumando nuevas etiquetas con viñedos mas jóvenes y menos exclusivos.

Me refiero a la etiqueta BARDA de bodegas Chacra, que ya lleva mas de una década de popularidad y vigencia. Siempre se apuntó con este entry level a expresar el pinot noir de Mainqué de una manera bastante honesta, buscando año a año el balance justo y de alguna manera dejar que el vino de esa viña y zona en particular de lo que debe dar, sin demasiadas pretensiones. El resultado es un muy buen pinot noir, que tiene sentido de pertenecía a un precio que hoy día suena ridículo ya que ha escalado a los us$45 de sugerido.

Mas allá de la locura de los precios que hace que año a año pueda comprar menos botellas, sigo sintiendo en cada nueva añada que Barda pinot noir, es de lo pocos en su clase que me trasladan a un sitio especifico de la estepa patagónica.


Y eso, no es poco.




N. de la R. : Gran parte de esta entrada del blog, surge de una charla con Fabián Mitidieri que me ayudó a redondear ciertos conceptos expresados. Mi mas sincera gratitud por su gran aporte y disposición.

martes, 6 de febrero de 2018

Crónica de una muerte anunciada, la cerveza desplaza al vino en la mesa argentina

Hoy escuché un audio en http://www.mdzol.com y me hizo acordar a algo que escribí en 2014 , la verdad que el que habla en ese audio viralizado es mucho mas lúcido que yo y seguramente tiene mucha mejor información.

Por eso quería volver a escribir algo al respecto.

Mientras que la industria cervecera se encargó por décadas en comunicar con comerciales televisivos y gráficos, que la peor y mas barata de las cervezas locales, era "el sabor del encuentro". La industria vitivinícola argentina, se reía de sus clientes históricos y prácticamente mandaba al cadalso a quien inoportunamente decidiera tomar el vino con soda o hielo, o en su defecto se le ocurriera mezclarlo en un vaso con naranja o durazno de estación.

Estos cráneos con masters en hardvard y en burdeos, se les ocurrió algo muy riesgoso..... pongamos al vino en un lugar de privilegio, porque pesaron que a todos les gusta ser privilegiados....a quien no le gusta un porsche 911 o un mustang? Olvidemonos de los negros que toman tetra en el asado diario de la obra, pongamoslé plusvalía a nuestro trabajo y sentemosnó a la mesa, con polistas y empresarios, los ricos son el futuro o al menos los que se quieren parecer o aparentar eso.

Imagino esas charlas técnicas de mercadeo, seguramente alguno dijo "el vino debe ser el placer supremo de los sentidos, hay que olerlo, mirarlo, sentirlo, interpretarlo, desmenuzarlo y al fin de eso poder apreciarlo"

Hace poco en una cata de una bodega, tuve el infortunio de decirle a su productor que su vino de mas alta gama estaba muy caro, porque el que le seguía en calidad estaba muy bueno y valía la tercera parte, en resumén le comentaba que no notaba la diferencia de porque tal vino valía 3 veces mas, la respuesta fué "cuando alguien me dice eso lo que pienso es que no lo entendió", cosa que me hizo ruido ya que a ese productor lo conozco desde su primer cosecha, y siempre me gustaron sus vinos y pensé.....si a mi que me gustan tus vinos y te conozco desde la primer cosecha, no puedo entenderlo.....como puede ser que un consumidor primerizo lo entienda y lo compre?
Meses mas tarde un importante crítico opinó lo mismo que yo, le puso 94 al vino ícono y 93 al segundo del escalafón, o sea opinó parecido a mi, pero no hubo tal descargo.

El tema es que cuando complicas demasiado algo que esta arraigado en el paladar popular y te cagas en lo que el consumidor te devuelve en modo de crítica, terminas matando al vino.
Mientras que la cerveza solo te pedía que te quitaras la sed y que te encontraras con alguien. El vino te pedía mucho mas....mucho y exageradamente. Primero que nada debías desembolsar el triple, cuidar la temperatura, la oxigenación, el día raiz, la luna, el sol, el abecedario en arameo y la mar en coche.
Pero así todo, si el vino estaba malo, era tu culpa, porque seguramente estarías nervioso o cansado, tal vez con un poco de stress o tal vez no lo entendiste. Porque al fin de cuentas no importa si hace 20 o 30 años que tomas vinos, tampoco si vas a catas o degustaciones todas las semanas, tampoco si visitaste 200 bodegas, la culpa es tuya porque no supiste apreciar lo que te estan brindando.

Hoy por hoy la cerveza le viene ganando año a año al vino porque ofrece un producto de buena calidad a un precio acorde. Se llama MERCADO imbéciles, sigan poniendo vinos de base a precios imcomprables y vean lo que les sucede. Simple y claro, el mercado manda y demanda.
Así y todo unos pocos se han vuelto millonarios en pocos años.
Que viva la pepa.
Salú.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Bailarina, Aberdeen Angus y Coltrane

Hoy después de muchos años, bailarina volvió a mi mente.

Por cuestiones de trabajo paramos en una parrilla de Marcos paz y entre los vinos de la carta apareció un Aberdeen Angus Cabernet Sauvignon de añada reciente.
A bailarina la conocí en el año 1998, formábamos parte de un grupo que representaba temas de Coltrane, con una mirada artística diferente. El grupo se dividía en músicos y bailarines. Mientras la banda sonaba, el grupo de baile improvisaba coreografías sobre temas tan fuertes como Moment’s notice, Blue train, Lazy Bird, etc..

La banda era una locura, dos saxos, piano, guitarra, batería y yo en el contrabajo, el grupo de danza estaba conformado por 2 hombres, dos mujeres y bailarina.
Yo, estaba profundamente enamorado de ella, tenía un metejón de aquellos, me parecía la mujer más hermosa que mis ojos alguna vez habían visto. Pero como suele suceder, bailarina solo sabía que existía detrás de un mueble de madera, con cuerdas, que le marcaba la tierra y el aire en sus coreografías.

Cinco meses estuvimos con ese grupo dando vueltas por todos lados, era una especie de teatro itinerante que copaba galpones y hacía puestas en escena, el repertorio variaba y como las coreografías eran improvisadas, cada función era pura adrenalina, esa dicotomía comunicacional que existía entre los músicos y los bailarines era algo que sumaba a la puesta en escena. Marchaba bien porque era algo novedoso y la gente nos seguía. En mi caso no me importaba mucho la taquilla, ni las luces, tampoco el reconocimiento de algún hippie que nos seguía, yo iba solo para ver bailar a bailarina. Sus cabellos rizados al viento, sus giros, sus brazos abrazando el aire, todo era una fiesta.

Pasaban las semanas y ella no me registraba, parecía que en su vida solo existía la danza, esa conexión con la música y su cuerpo. Luego de cuatro meses, en un función en San Telmo, yo casi de bronca en “My favourite things” comencé a marcar el ritmo con tresillos fuera de tiempo y allí la magia…..bailarina supo que existía, me miró, me dio su mejor sonrisa, y bailó como solo los ángeles pueden hacerlo.

Terminado el show, ella se acercó y empezó a hablarme de lo bien que la había pasado con esos minutos de improvisación. Terminamos cenando en un bodegón de Dock Sud ante mi insistencia y yo para tratar de impresionarla pedí un Aberdeen Angus Cabernet de aquellos tiempos. Debo decir que el vino era bien rústico, de esos cabernet tánicos y recios, que te llevan puestos, pero que con el asado suelen zafar.
Hablamos durante horas, pero no se pudo replicar la magia que había sucedido aquel día en el escenario. Bailarina jugaba en otra liga, definitivamente yo no entraba en ese círculo de sus necesidades, tampoco daba el standart mínimo de su aceptación.
Seguimos tocando un mes mas y el grupo se disolvió, cada uno buscó su camino, nunca mas supe de ellos, ni de músicos, ni de bailarines.
Tampoco supe mas de ese Aberdeen Angus CS, hasta hace poco, pero sí, me dí cuenta que las cosas no cambian demasiado.

Solo me quedó la certeza que el vino sigue siendo lo que era en su momento.

Y un interrogante.


Que será de la vida de bailarina?