Mo’ better blues es una película del año 1990, protagonizada
por un joven Denzel Washington, un desconocido Wesley Snipes y un ascendente
Spike Lee, quien también es el director del film. La trama hace foco en valores
como la amistad, la lealtad, la honestidad y como malas decisiones, pueden
destruir la vida sentimental y profesional de una persona. Si bien no fue un
éxito comercial, considero que es de lo mejor que pude ver de éste director. La
banda sonora está a cargo del cuarteto de Branford Marsalis y Terence Blanchard
en trompeta, la música que suena, es acaso, lo mejor de los 129 minutos que
dura la película. Al menos para mí, hay un momento muy significativo en la
trama, en el cual el trompetista se replantea como expresa su arte, es consciente
del gran virtuosismo que se desplega en
cada show, pero de alguna manera siente que el público no logra disfrutar de lo
que allí sucede. Tras discutir con el saxofonista por egos artísticos, llega un
buen día con música nueva, y reparte las partituras, todos miran azorados y uno
pregunta, "¿un blues vamos a tocar?", y el líder responde "Si,
necesitamos más y mejores blues, para que nuestra gente venga a vernos, estoy
cansado de tocar para 5 suizos que no entienden la esencia de nuestra
música". La discusión siguió, pero aceptaron la nueva propuesta y
felizmente fue un éxito.
Esta película vino a mi mente en los últimos meses. He
estado probando muchos vinos de los denominados "de autor", los
cuales están elaborados en muchos casos,
por enólogos que trabajan para las grandes bodegas, de manera independiente y en otro espacio
físico. Por lo general en algún rincón de una bodega "amiga" o mismo
en el garaje de su casa. La verdad que poco importa donde, sino como. En la
mayoría de los casos se trata de procesos artesanales, con poca tecnología,
buscando una expresión casi artística. El resultado suelen ser vinos de gran
calidad, con la marca de identidad de cada hacedor, mostrándonos como
interpretan el terruño para cada varietal o blend. Es una visión, una manera de
expresarse. Ni más, ni menos.
Soy optimista por naturaleza y quiero pensar y creer, que
éstos hombres hacen ésto porque les gusta, porque disfrutan haciéndolo. Me
vienen a la mente Charlie Parker y Dizzy Gillespie cuando trabajaban en la
banda de Earl Hines y luego de terminar sus actuaciones, iban a las jam
sessions a desplegar su arte y a tocar como querían hacerlo. No iban a
entretener a nadie ni a cumplir un contrato. El plato de comida ya estaba pago,
ahora era por amor al arte, para crear nuevos sonidos, para alimentar el ego. Si
eso gustaba y podían vivir de ello, mejor. Pero en aquel momento no estoy
seguro si lo hacían por esta razón, yo quiero creer que algo más poderoso que
su voluntad los llevaba arriba del escenario. Así nació el bebop.
También quiero creer que a estos hacedores de vino, los
impulsa su orgullo y su necesidad de expresarse. Decido creer que estos
pequeños proyectos son su sumisa rebelión. La manera que tienen de mirar hacia
adentro y cumplir con lo que sus creencias mandan.
Soy un creyente con grandes dosis de escepticismo. Solo el
tiempo nos dirá hacia donde nos llevan estos nuevos vientos. Mientras tanto,
disfruto el momento. Quiero seguir escuchando mas y mejores blues.
Los dejo con el tema principal de la película de la que les hablaba, una exquisita composición de Brandford Marsalis.
Los dejo con el tema principal de la película de la que les hablaba, una exquisita composición de Brandford Marsalis.