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viernes, 27 de abril de 2018

Barda pinot noir 2016, la conexión malbec


Ya he hablado en otras entradas de lo difícil que es hacer pinot de clase mundial en nuestro continente, es realmente una tarea titánica venderles pinot a los consumidores de América y especialmente de Argentina.

En nuestro caso tenemos una bendición griega que es el Malbec, pero como toda historia griega, una gran virtud, trae aparejado una tremenda maldición.
El malbec es un don, si, como negarlo, es una cepa hermosa, que se adaptó a nuestro terruño de una manera única y que da vinos formidables. Pero en contra partida, todas las demás cepas quedan expuestas a su belleza. Opacadas, mal entendidas, maltratadas, arrinconadas y puestas en un sitio donde les resulta muy complejo competir con la reina de nuestro país.

Viñedos en Neuquén
El pinot noir patagónico es complejo y único a la vez, sin embargo siempre tuve la sensación de que nunca le encontraron el punto justo y que es muy difícil aunar criterios y hablar de un pinot patagónico de pertenencia.

Con el Malbec ha sucedido en los últimos años un hecho muy positivo, mas allá de gustos personales, un catador medianamente entrenado, hoy día puede encontrar diferencias sustanciales entre los malbecs mendocinos de diferentes zonas, inclusive en algunos casos hasta en los denominados vinos de entrada de gama o entry level, o sea en la base de la pirámide. Luego de casi 2 décadas y miles de desaciertos, creo que gran parte de la industria que hace Malbec a gran escala, entendió que expresar su zona de procedencia sin demasiados artilugios, es un factor de venta diferencial.

Lamentablemente con el Pinot, el tema no es tan notorio y ante una etiqueta patagónica por mas entrenados que estemos, se nos hace muy difícil poder reconocer si el vino en cuestión es de San Patricio del Chañar, General Roca, Mainqué, etc..

Con el correr de las décadas he podido probar casi todos los pinots que salen de nuestra tierra y hace unos cuantos años Canale hacía una línea de base que estaba muy bien para su precio,  poco a poco se fue prostituyendo por un mercado que le exigía cosas que el pinot patagónico no está para dar en su gran mayoría.

Bodegas Chacra, Rio Negro
En mi humilde opinión, el pinot noir patagónico tiene un potencial enorme y un perfil organoléptico único, pero me queda la sensación, luego de casi 20 años de estar probando,  que son pocos los emprendimientos que le dan a la cepa, la posibilidad de expresarse tal como es. Seguramente tenga que ver con el manejo del viñedo y las vinificaciones que se utilizan. Acaso sea el uso indiscriminado de levaduras de laboratorio que hace que muchos pinots al sur del rio Colorado, tengan ese descriptor de frutilla en mermelada tan artificial. O puede ser que el uso de chips y duelas que transmite a ciertos vinos patagónicos esas notas de chocolate y tabaco, no terminen resultando agradables al conjunto final del vino. O pueden ser muchas las variables que logran una homogenización negativa. Por lo expuesto y creyendo en el potencial de la Patagonia,  siento que hay algo valioso por esas tierras y que muy pocos se han tomado el trabajo de entenderlo o en su defecto, correr el riesgo de dejarlo salir.

Como consumidor que ama la cepa, deseo que se haga algo de aquí a 10 años, que pueda sentarme una noche como tantas y tener la posibilidad de trasladarme con mi mente a Gral. Roca, San Patricio del Chañar, Mainqué, Valle Azul, El Hoyo, etc.. En resumidas cuentas que me pase lo que me pasa con otras cepas y otras zonas del país donde las diferencias son mas marcadas y notorias. Mas allá de mis deseos que a nadie le importan, creo que es el momento de dar el salto y posicionar a la cepa como emblema patagónico, seguiendo el ejemplo del malbec mendocino y su gran reconversión de los ultimos 8 años.

En la oscuridad mas cerrada, siempre aparece una luz al final del túnel y  ya hace bastantes años, un par de italianos creyeron que era posible hacer pinot noir de buena calidad en la estepa patagónica,  sobre todo con sentido de pertenencia. Ese proyecto comenzó con un viñedo del año 1932 en el año 2004 y luego se fueron sumando nuevas etiquetas con viñedos mas jóvenes y menos exclusivos.

Me refiero a la etiqueta BARDA de bodegas Chacra, que ya lleva mas de una década de popularidad y vigencia. Siempre se apuntó con este entry level a expresar el pinot noir de Mainqué de una manera bastante honesta, buscando año a año el balance justo y de alguna manera dejar que el vino de esa viña y zona en particular de lo que debe dar, sin demasiadas pretensiones. El resultado es un muy buen pinot noir, que tiene sentido de pertenecía a un precio que hoy día suena ridículo ya que ha escalado a los us$45 de sugerido.

Mas allá de la locura de los precios que hace que año a año pueda comprar menos botellas, sigo sintiendo en cada nueva añada que Barda pinot noir, es de lo pocos en su clase que me trasladan a un sitio especifico de la estepa patagónica.


Y eso, no es poco.




N. de la R. : Gran parte de esta entrada del blog, surge de una charla con Fabián Mitidieri que me ayudó a redondear ciertos conceptos expresados. Mi mas sincera gratitud por su gran aporte y disposición.