“Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado a las
mínimas distracciones”
Jorge Luis Borges, El Sur, Adrogué 1953.
Era una de esas noches sin luna, cerrada y plomiza, solo la
luz de la fogata que nos tenia de testigos iluminaba nuestra humanidad.
Luego del
incidente, Eloy tomó su hacha y la arrojó con bravura hacia Benítez. Con tanta
fortuna que le dio en el pecho con el contrafilo. Benítez volvió a caer y esta
vez ya no se levantó.
Entre los 4 lo subimos al tordillo, abrimos la tranquera
y dejamos que el noble animal, deje a su jinete donde siempre.
A principios de la década del 2000, íbamos con un grupo de
amigos a cazar perdices a Ranchos, siempre recalábamos en casa de Eloy Iribarren,
un vasco amigo de la familia, que tenía una chacra de 8 hectáreas pero que mas
no sea por indolencia o por vejez, eran tierras improductivas. No tenia
sembrados, ni animales, solo un galgo negro, de nombre Indio, que según Don
Eloy, él mismo se encargaba de procurarse su comida.
Para la época de caza, nosotros parábamos en la tapera de al
lado de su casa, que databa del año
1920, la había construido el padre de Eloy y servía de refugio a invitados, en
su época supo ser una especie de pulpería, kilombo y ramos generales.
Ir a cazar en aquellos años era volver a un estado
primitivo. Sin luz eléctrica, sin agua corriente, el baño era una letrina
situada a 50 metros de la tapera, cocinar a leña o en el horno de barro, todo para
nosotros parecía tener un esfuerzo extra. Y cada vez que uno pisaba aquellos
campos, eso se sentía de una manera monolítica. Era algo así como: “estás tú y
el campo, esto es lo que hay, a arreglárselas.”
Cada vez que íbamos llevábamos las mismas provisiones:
combustible, 2 kilos de galleta, algún corte de carne, dos damajuanas de vino y
4 botellas de vino fino, por lo general era Rincón Famoso de López o Bianchi
lacrado, porque de esos siempre había en la proveeduría de Brandsen.
Eloy nos recibía como verdaderos amigos, por supuesto que no
tenía teléfono, pero él sabía que a partir del 1° de mayo nosotros en cualquier
momento le caíamos y él nos estaba esperando. A nuestra llegada siempre repetía
la misma frase “Que alegría muchachos, tanto tiempo, no saben la cantidad de
perdices que hay este año”. Este vasco
viejo subsistía en la llanura, gracias a una paupérrima jubilación y a sus
oficios de hachero, árbol que caía cerca, árbol que era leña de Don Eloy. Tenía
casi 80 años y vivía solo, viudo y con un par de hijos grandes, solo el indio acompañaba
sus días y sus noches. Así y todo era un hombre fuerte y se lo veía muy
saludable, de pocas palabras y sonrisas breves.
Nosotros siempre éramos 3, Eloy y algún gaucho amigo que
siempre aparecía y se quedaba a la cena.
Por lo general comíamos alguna carne asada a las brasas, se bebía solamente vino
tinto y la tertulia duraba hasta bien entrada la noche, se cantaba y se
recitaban versos criollos cuando el vino desinhibía a los comensales. Se comía
a la intemperie rodeando el fogón y a la vieja usanza, un vaso, una galleta y
un cuchillo era todo lo necesario, de las sobras se encargaban los perros, los
vasos se enjuagaban en la bomba y el cuchillo usualmente se limpiaba con la
lengua o un resto de pan que luego se daba a los animales.
Entre esos gauchos amigos que aparecían alternados de tanto
en tanto, había uno que no era el típico paisano hospitalario. Era un chino
medio retacón, que andaba siempre trajeado de gaucho y arriba de un hermoso
tordillo bien aperado. Daba la sensación que a este tal Benítez, le gustaba exagerar su condición de criollo,
se notaba en él un aire altanero y burlón, sobre todo para con los citadinos.
Era encargado en una estancia grande a unas 2 leguas de la tapera, según
contaban los vecinos, este hombre se pasaba de copas muy seguido y el tordillo
a modo de GPS viviente lo llevaba dormido hasta la tranquera de la estancia.
Lo cierto es que a ninguno nos caía en gracia, pero por
respeto a Eloy le aguantamos más de un comentario desubicado. Después del
tercer vaso de vino se ponía denso y en tono provocador por cualquier cosa,
medio en joda, medio enserio, pero generalmente se tornaba insoportable. Se
había cruzado con mi amigo el chancho Suarez, por una discusión sin
importancia, esas de borrachos de medianoche que recitan versos y la juegan de
poeta, no sé si fue por alguna estrofa del Martin Fierro o un poema de
Güiraldes, la cuestión es que ya se tenían pica y reunión tras reunión la enemistad
iba creciendo.
En los asados nocturnos era fija que arrancábamos tomando
los finos y si se terminaba, Eloy se encargaba de ir hasta la casa y rellenar
las botellas con el vino de damajuana que siempre llevábamos. El vasco decía
que para comer había que tomar buen vino, que el resto era vicio y sed y que
eso se calmaba con cualquier cosa parecida al vino.
Una de esas noches, estando Benítez presente se terminó el Rincón
Famoso y como siempre Eloy se fue adentro y rellenó la botella con el de
damajuana, entre nosotros era algo usual y todos nos dábamos cuenta cuando eso
sucedía, era como que la reunión entraba en otro estadío, ahora era vicio, solo
por el escabio. El chino no sabía de esta costumbre y mientras Eloy llegaba con
el falso Rincón Famoso, le dice:
-A ver, venga Don Eloy, eche un poco mas de ese buen vino.
Eloy le sirve sin mediar palabra y sin dar explicaciones del
caso. Benítez le da un sorbo largo y exclama exagerando como siempre:
-Que buen vino este Rincón Famoso carajo.
Todos nos miramos cómplices y sonreímos, pero el chancho
Suarez se largo a las carcajadas y en tono burlón dice:
-Si claro, Rincón Famoso. Mientras reía a carcajadas
Benítez se dio cuenta que había quedado en ridículo por
bocón y en vez de tomárselo en broma, fue a increparlo a Suarez. Lo insultó de
arriba abajo, exagerando su borrachera y sus ademanes. Suarez que era de pocas
pulgas le metió un cachetazo a mano abierta en la jeta y lo sentó de culo.
Una
vez más el chino quedó en ridículo.
Se hizo un silencio ensordecedor, el aire
se puso espeso y yo sentí que algo muy malo iba a suceder. Es que esto no podía
quedar así. Esto ya era grave. Muy grave.
Benítez se levantó del piso como pudo, se sacudió solemnemente la ropa y ahí nomás sacó el facón
invitándolo a pelear a Suarez. Nos quedamos perplejos. Nadie dijo nada, solo Eloy alzó la voz.
-Benítez, déjese de joder y guarde el cuchillo, el hombre
está desarmado y si aquí hay alguien desacatado es usted.
Benítez lo miró con fuego en los ojos y respondió:
-Usted no se meta Eloy, a este pingo le voy a enseñar quien
manda por estos lados, esta no se la lleva de arriba.
Eloy caminó sin prisa hasta la pila de leña a unos 20
metros, tomo su hacha y sin mediar palabra ni aviso previo, terminó con la
contienda.
No volvimos a ver a Benítez nunca más, dicen que rumbeaba
por otros pagos y que por suerte andaba bien de salud.
Luego del hecho, el chancho Suarez sentado al lado de la
fogata repetía una y otra vez.
“Todo por un puto vino ¿a vos te parece? Por un puto vino”
Que buena historia Ariel !!! De las que me gustan a mi... Campo, caza y buena gente... Bah, sin Benítez, claro.. Jaja
ResponderEliminarAbrazo amigo !!!
Gracias por el apoyo de siempre Silvio, siempre hay un tal Benítez dando vuelta por todos lados, jajajaja
EliminarAbrazo amigo!!!
Qué linda historia Ariel! Salú!
ResponderEliminarGracias Nicolas por el apoyo de siempre, Salú!!!!
EliminarMuy buena historia Ariel !!!! Parece que nuestros caminos son paralelos porque de chico y adolescente iba de vez en cuando a Ranchos a un campo de unos amigos de mi viejo y mas seguido a Gral. Belgrano donde tenemos una casa. Ademas el Rincón Famoso de Lopez era el vino favorito de mi viejo.
ResponderEliminarQuizá, habría sido posible? Que Eloy le tirara a los pies un facon a Suarez para que salgan a pelear bajo la noche de El Sur.
Te envío abrazo patagónico
Hola Fabian, aunque no lo creas hay mucha gente de nuestros barrios que tiene una conexión con Ranchos, no es casualidad. El Sur de Borges creo que casi puedo recitarlo de memoria, no es tampoco casual su influencia, sin embargo ese final sería puro plagio jajajaja.
EliminarEl otro día estuvimos hablando de vos con un familiar tuyo y los chicos de Pueyrredon bebidas, tal vez te lleguen mis saludos.
Un gran abrazo y gracias por tus comentarios!!!
Salud
Muchas gracias por ofrecernos este texto mágico y bello. Felicitaciones!!
ResponderEliminarGracias Adrian!!! Por el apoyo de siempre y también por ayudarme mas de una vez con tus aportes.
EliminarSaludos!!!
Hermoso relato campestre, creo que no es apto para sommeliers....jejejejeee.....Abrazo Ariel.
ResponderEliminarHola Willie, tanto tiempo, extraño las charlas de cata que tanto tiempo compartimos. Gracias por tus palabras. Un gran abrazo!!!
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