A medida que el tiempo transcurre, solemos ver las cosas de
modo diferente y la distancia que impone ese devenir, suele clarificar la mente
y los conceptos, al menos eso funciona en mi persona.
Me he tomado unas cuantas semanas para escribir esta entrada
sobre Cafayate. No fue por falta de tiempo ni por pereza, la realidad es que al
volver de ese viaje por el Noroeste argentino, me sentí atravesado por ese
poderoso lugar, todo lo vivido había sido tan perfecto y quede con la sensación
que si escribía inmediatamente, casi con seguridad daría una visión sesgada, en
la cual no quería incurrir. Aclaro que no está mal que eso suceda cuando uno es
sincero con sus sentimientos, solo que yo decidí no hacerlo, por el contrario
quise dejar que el tiempo pase y ponga las cosas en perspectiva.
Cafayate es uno de los sitios mas bellos de Argentina, eso
no es una opinión fanática, es tan solo una realidad. Mi estancia en esta
pequeña ciudad fue tan confortable y plagada de buenas situaciones, que me
cuesta recordar algún otro viaje de enoturismo, en el cual me haya sentido tan
a gusto. La comida que he probado es exquisita, los vinos son excelentes, el
paisaje y el clima incomparables, la gente de una calidez única, etc.. Es de
esos lugares en los que uno dice, yo podría vivir aquí feliz el resto de mis
días.
Desde la sinceridad, también debo decir que uno no puedo
tener una visión muy clara del panorama vitivinícola de una zona con tan solo 4
días de recorrida. Por ese motivo tan solo me limitaré a expresar mis
sensaciones, que por cierto pueden ser erróneas, pero al fin de cuentas, son
tan solo eso, sensaciones.
He podido visitar como siempre me gusta hacerlo,
emprendimientos de todo calibre, gigantes, medianos, pequeños y artesanales.
Entre los gigantes pude visitar El Esteco y Etchart, dos de
los mas grandes de Cafayate. Alejandro Pepa en El Esteco, además de estar a
cargo de una verdadera fábrica de vinos,
está buscando nuevas variantes, vinificando cepas como la criolla en
huevo de hormigón y cabernet crujientes y austeros que algún día verán la luz
para sorprender, si bien es un emprendimiento que se sustenta en las líneas Don
David y Elementos, el equipo enológico se permite investigar y profundizar sus
conocimientos de este terruño tan enigmático y complejo sin dar por sentado los
laureles conseguidos, finca Los Notables cabernet sauvignon es uno de mis vinos
de cabecera desde siempre.
En Etchart Ignacio López nos dio un pantallazo esclarecedor,
si bien todos los vinos del portafolio están en un estándar muy alto, en las
puntas hay como una especie de sorpresa para mí. Si tuviera que elegir 2 vinos
de la bodega, me quedo con el mas económico y el mas caro, tanto el Etchart
privado torrontés como el Arnaldo B, me han dejado sin palabras, solo me
entrego a beberlos de a litros, casi sin analizarlos porque corren por la boca
con un vértigo inusitado. En estos momentos, Etchart está trabajando con mas de
30 cepas diferentes, probando año a año como se van dando en las diferentes
fincas de las cuales suelen vinificar. En los dos emprendimientos que denomino
gigantes y que se sustentan en sus líneas de base, me queda la sensación que se
siguen buscando nuevas expresiones, sin prisa pero sin pausa.
En la visita a El Porvenir, Mariano Quiroga Adamo y todo su
equipo enológico, están en un momento de gran crecimiento. Los vinos de nueva
añada han dado un giro interesante, sus tannats hace ya un par de años que me
vienen gustando mucho, pero el malbec 2014 es de lo mejor que he probado de la
bodega en la línea Laborum, no sé si fue un gran año o el tipo estuvo inspirado
en el momento de cosecha o si le hizo algo que yo no puedo entender, pero en
resumidas cuentas ese malbec es de los míos, lo quiero siempre en mi cava. Entre
tantas perlas que pudimos degustar hubo una a la que no se puede acceder porque
la cadena de restaurantes Gaucho se llevó todo, es un bonarda de características
únicas, al probarlo y saber la historia mi primer pensamiento fue, yo también
me lo habría llevado todo. Me queda la sensación que las últimas dos cosechas.
El Porvenir está produciendo vinos de alta gama, mucho mas emparentados con el
terruño que quieren reflejar.
En la visita a
Piatelli, Alejandro Nesman nos hizo probar una veintena de vinos que todavía
están en tanque, blancos y tintos con personalidad, tradición y modernidad, en esta
bodega que suele ser muy mainstream, también pude probar vinos en huevo de
concreto con una verticalidad que sorprende. Blancos con mucha personalidad que
pronto verán la luz y seguramente van a sorprender a mas de uno.
El encuentro en Amalaya con Francisco Puga, fue una clase
magistral de lo que significa el arte de mezclar componentes de distintas
fincas, tiempos de cosechas, tipo de vinificación, etc.. En los blancos fue
revelador como el torrontés se muestra dependiendo de la zona, todos con un
perfil tan diferente y personal, de ahí
a mezclar y buscar. Los tintos es algo de no creer, en un mismo blend conviven
cabernet franc lánguidos de 12,5° de alcohol con bonardas robustos y maduros de
16°, sumando en el medio de esos extremos, otros varietales en muchos puntos
diferentes. La alquimia de cada Amalaya pareciera ser un trabajo casi imposible
para cualquier humano que no conozca este terruño como la palma de su mano.
Paco Puga logró que cada vez que descorche un Amalaya, piense en todo el
trabajo que hay detrás de cada etiqueta. Creo haber entendido porqué no existe
vino de esta bodega que no me guste, la búsqueda reside en hacer vinos
equilibrados que le gusten al experimentado y al principiante. Siendo un poco
irrespetuoso, en la recorrida pude seleccionar dos blancos y tres tintos que embotellaría
por separado para mi consumo personal, seguramente no tendrían ningún éxito
comercial ya que mi gusto es bastante torpe.
No podía faltar el emprendimiento artesanal, así que fuimos
a molestar una tarde noche a los Cristofani. Carolina Cristofani y Javier
Saldaño, además de amarse mutuamente, comparten la pasión de hacer vinos. Con
mínima tecnología logran emular la calidad de los grandes vinos cafayateños.
Eso es debido a la materia prima que adquieren y a la rigurosa disciplina en la
elaboración. Pude probar el Cristofani, Chanté y un delicioso Mistela de 15,7°
de alcohol. Sin lugar a dudas el mejor mistela que probé en mi vida. Este
emprendimiento casi artesanal posee la calificación de "vino Casero",
pero para que no se preste a confusión, los vinos de Cristofani, son sin dudas,
vinos finos y elegantes, cuidados hasta el mas mínimo detalle y con el singular
perfil vallisto.
Me quedo con ciertas sentencias que me hablan de la
sinceridad de sus hacedores:
“Uso levaduras seleccionadas porque no me puedo arriesgar a
que se me pare la fermentación y perder toda la inversión en la compra de uva Premium”
“El que te dice que no corrige acidez en Cafayate, te está
mintiendo”
“Cafayate, es color, intensidad, taninos, baja acidez”
“Hace 15 años que estoy tratando de entender este terruño y
cada día aprendo algo nuevo”
Cafayate tiene todavía mucho por ofrecer, solo hay que estar
atentos.
Salud