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martes, 12 de marzo de 2013

Mas y mejores vinos (Mo’ better blues)



Mo’ better blues es una película del año 1990, protagonizada por un joven Denzel Washington, un desconocido Wesley Snipes y un ascendente Spike Lee, quien también es el director del film. La trama hace foco en valores como la amistad, la lealtad, la honestidad y como malas decisiones, pueden destruir la vida sentimental y profesional de una persona. Si bien no fue un éxito comercial, considero que es de lo mejor que pude ver de éste director. La banda sonora está a cargo del cuarteto de Branford Marsalis y Terence Blanchard en trompeta, la música que suena, es acaso, lo mejor de los 129 minutos que dura la película. Al menos para mí, hay un momento muy significativo en la trama, en el cual el trompetista se replantea como expresa su arte, es consciente del  gran virtuosismo que se desplega en cada show, pero de alguna manera siente que el público no logra disfrutar de lo que allí sucede. Tras discutir con el saxofonista por egos artísticos, llega un buen día con música nueva, y reparte las partituras, todos miran azorados y uno pregunta, "¿un blues vamos a tocar?", y el líder responde "Si, necesitamos más y mejores blues, para que nuestra gente venga a vernos, estoy cansado de tocar para 5 suizos que no entienden la esencia de nuestra música". La discusión siguió, pero aceptaron la nueva propuesta y felizmente fue un éxito.

Esta película vino a mi mente en los últimos meses. He estado probando muchos vinos de los denominados "de autor", los cuales están elaborados  en muchos casos, por enólogos que trabajan para las grandes bodegas, de manera independiente y en otro espacio físico. Por lo general en algún rincón de una bodega "amiga" o mismo en el garaje de su casa. La verdad que poco importa donde, sino como. En la mayoría de los casos se trata de procesos artesanales, con poca tecnología, buscando una expresión casi artística. El resultado suelen ser vinos de gran calidad, con la marca de identidad de cada hacedor, mostrándonos como interpretan el terruño para cada varietal o blend. Es una visión, una manera de expresarse. Ni más, ni menos.

Soy optimista por naturaleza y quiero pensar y creer, que éstos hombres hacen ésto porque les gusta, porque disfrutan haciéndolo. Me vienen a la mente Charlie Parker y Dizzy Gillespie cuando trabajaban en la banda de Earl Hines y luego de terminar sus actuaciones, iban a las jam sessions a desplegar su arte y a tocar como querían hacerlo. No iban a entretener a nadie ni a cumplir un contrato. El plato de comida ya estaba pago, ahora era por amor al arte, para crear nuevos sonidos, para alimentar el ego. Si eso gustaba y podían vivir de ello, mejor. Pero en aquel momento no estoy seguro si lo hacían por esta razón, yo quiero creer que algo más poderoso que su voluntad los llevaba arriba del escenario. Así nació el bebop.
También quiero creer que a estos hacedores de vino, los impulsa su orgullo y su necesidad de expresarse. Decido creer que estos pequeños proyectos son su sumisa rebelión. La manera que tienen de mirar hacia adentro y cumplir con lo que sus creencias mandan.
Soy un creyente con grandes dosis de escepticismo. Solo el tiempo nos dirá hacia donde nos llevan estos nuevos vientos. Mientras tanto, disfruto el momento. Quiero seguir escuchando mas y mejores blues.
Los dejo con el tema principal de la película de la que les hablaba, una exquisita composición de Brandford Marsalis.








miércoles, 6 de marzo de 2013

Vertical de Colonia Las Liebres Bonarda 2006-2012


Debido a la vertical de las que les voy a hablar en esta ocasión, en estos últimos días estuve con cierto espíritu revisionista. Comencé a buscar en mis viejos cuadernos de cata, cual fue la primera vez que probé el Colonia Las Liebres bonarda. Fue una sorpresa para mí, corroborar que mi primer acercamiento a esta etiqueta, data del año 2005. Por aquellos años no era común ver en los anaqueles de las vinotecas demasiados ejemplares de bonarda. Recuerdo que lo compré por la etiqueta, no tenia referencias, pero el efecto visual que me causó, fue lo bastante poderoso como para desembolsar los 8 dólares que costaba en aquellos años. La etiqueta no es un hecho menor, tiene mucho que ver con lo que el producto final pretende ser. En este caso la imagen de una liebre en el campo y la tipografía, nos invitan a pensar que este vino es algo diferente al resto, es algo nuevo, moderno pero con ciertos aires tradicionalistas, también transmite sencillez y alegría, sin caer en la falsa solemnidad de los que aspiran a ser lo que no pueden. Revisando mis notas, pude ver que el vino me impactó en aquel momento, lo describo como: “concentrado y maduro, una bomba de fruta donde la frambuesa se mezcla con las frutas negras y ciertos aspectos vegetales de manera armónica, buena acidez y equilibrio general, sencillo y directo. Un vino para beber de a litros.”
Hace 20 días pude asistir a una vertical de Colonia Las Liebres bonarda, que comprendía desde la cosecha 2006 al 2012. La invitación me llego por medio de Leonardo Guevara (gerente de Altos Las Hormigas) y de un grupo de enófilos mendocinos, que conjugan en una misma reunión 3 pasiones que los hermanan, el vino, el asado y la amistad, ellos se hacen llamar #HaceteOtro y puedo decir que me siento muy afortunado de haber podido compartir una de sus reuniones.
Primera cosecha de CLL
El punto de la reunión era para ver si entre éstos 7 ejemplares, existía un hilo conductor, para centrar similitudes y diferencias a través de las diferentes añadas. Comenzamos con el 2006, subiendo cronológicamente hasta 2012. Cabe destacar que este vino no esta pensado ni diseñado para la guarda, son tintos para beber dentro del año y hasta 3 como máximo. Grata fue la sorpresa para todos al constatar que el 2006 todavía estaba muy sano, con cierta evolución, pero con fruta y acidez bien presente. Así fue con 2007, 2008 y 2009, a medida que avanzábamos en las cosechas, la fruta era mas presente y dominante, parece que ese es el factor de evolución, cuanto más vieja la añada más aspectos vegetales y balsámicos. Cuando llegamos a la 2010 todos notamos un cambio, las notas de fruta roja y negra se sentían mas frescas, con menos carga tánica y un gran equilibrio en el conjunto general. Para las cosechas 2011 y 2012 sentí que siguen la línea de la 2010, tal vez con mas austeridad, pero siempre enfocados en un protagonismo de la fruta madura, las notas verdes y una correcta acidez.
Los CLL y los ALH
Si bien hay diferencias entre las 7 añadas que pudimos probar, en mi opinión la línea sigue con los pilares básicos que lo hicieron exitoso en ésta última década. Colonia Las Liebres bonarda, es un vino que siempre definí como de gran pureza frutal, con buen nervio y de gran equilibrio.
Hay datos muy interesantes que rodean toda la historia de este tinto, Alberto Antonini y Attilio Pagli decidieron que no tuviera contacto con madera, hacer una concentración en la viña y asi, dejar protagonismo a la jugosidad natural de la cepa. Han sido pioneros en categorizar al bonarda internacionalmente como un vino de calidad, que no tiene nada que ver con el malbec. Hay un mensaje claro que baja desde la cúpula de Altos las Hormigas, Malbec es Malbec y Bonarda es Bonarda. Y así es como ellos lo interpretan. Creo que todo el equipo de trabajo entiende de lo que se trata el proyecto y sabe diferenciar lo que es ALH y CLL.
Este bonarda es auténtico, es lo que es y no pretende ser otra cosa. Puede gustarte o no, pero así lo expresa este grupo de hombres. Personalmente a mi, me gusta que así sea.

La noche transcurría, el asado se comía con la mano, una a una iban saliendo todas las etiquetas de ALH, la charla, las historias. los pies descalzos, mi hijo durmiendo, la noche calma, Mendoza, amigos...un momento de felicidad que nunca olvidaré.

Mi agradecimiento a Leonardo y a todo el equipo de #HaceteOtro por una gran noche.
Mendoza es vino, y donde mas se siente es en su gente.

La historia y los detalles del proyecto pueden encontrarlos en http://www.colonialasliebres.com/ , aquí encontraran mucha información actualizada.