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Mostrando entradas con la etiqueta criticas de vino. Mostrar todas las entradas
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martes, 31 de marzo de 2015

Les Misérables du vin

La clásica novela  de Víctor Hugo, Les Misérables, trata al fin de cuentas de la eterna lucha del bien y el mal, pero contextuado en un parámetro socio-histórico que de alguna manera atraviesa generaciones y géneros. De allí su hegemónica vigencia.

Vigencia que es trasladable a una multiplicidad de situaciones que a través de las décadas parece casi atemporal, la novela transcurre en el tiempo y retrata a los opresores de una manera casi perfecta, ellos se alinean con la moda política del momento para exaltarse como los predicadores absolutos de lo que se “debe ser”.

Los miserables hoy también están entre nosotros, yo los he padecido en carne propia. Pueden ser tus más acérrimos  enemigos, pero también pueden ser esos pseudo amigos que por la liviandad de su carácter o su pusilánime personalidad suelen dejarte al margen por el “que dirán”.

Lo cierto es que hay que estar atentos, no busquen mostachos afilados y sombreros bombín, los miserables se adaptan  a toda situación y pueden vestir camiseta y jean o ambo y corbata.
Me sorprende cada día ver a los conversos consumidores expertos darse vuelta como panqueques ante las nuevas modas del vino. Tipos que hace 5 años declaraban que ciertos vinos eran el norte a seguir y hoy día hablan que tal o cual vino es maderoso y pesado, cuando antes exaltaban esas virtudes como standart de calidad.

Los miserables son así. Dejan ver su lado hipócrita para parecer ser lo que en realidad no entienden, siempre se adaptan a la corriente reinante y se ponen al lado para sacar provecho.
Un provecho que puede resultar algo infantil, pero por 10 u$s son capaces de comerte el hígado, limpiarte de tw, facebook o lo que se les ocurra.

Si tienen hambre no roben un pan, ya saben como termina la historia.

Salud.

martes, 12 de marzo de 2013

Mas y mejores vinos (Mo’ better blues)



Mo’ better blues es una película del año 1990, protagonizada por un joven Denzel Washington, un desconocido Wesley Snipes y un ascendente Spike Lee, quien también es el director del film. La trama hace foco en valores como la amistad, la lealtad, la honestidad y como malas decisiones, pueden destruir la vida sentimental y profesional de una persona. Si bien no fue un éxito comercial, considero que es de lo mejor que pude ver de éste director. La banda sonora está a cargo del cuarteto de Branford Marsalis y Terence Blanchard en trompeta, la música que suena, es acaso, lo mejor de los 129 minutos que dura la película. Al menos para mí, hay un momento muy significativo en la trama, en el cual el trompetista se replantea como expresa su arte, es consciente del  gran virtuosismo que se desplega en cada show, pero de alguna manera siente que el público no logra disfrutar de lo que allí sucede. Tras discutir con el saxofonista por egos artísticos, llega un buen día con música nueva, y reparte las partituras, todos miran azorados y uno pregunta, "¿un blues vamos a tocar?", y el líder responde "Si, necesitamos más y mejores blues, para que nuestra gente venga a vernos, estoy cansado de tocar para 5 suizos que no entienden la esencia de nuestra música". La discusión siguió, pero aceptaron la nueva propuesta y felizmente fue un éxito.

Esta película vino a mi mente en los últimos meses. He estado probando muchos vinos de los denominados "de autor", los cuales están elaborados  en muchos casos, por enólogos que trabajan para las grandes bodegas, de manera independiente y en otro espacio físico. Por lo general en algún rincón de una bodega "amiga" o mismo en el garaje de su casa. La verdad que poco importa donde, sino como. En la mayoría de los casos se trata de procesos artesanales, con poca tecnología, buscando una expresión casi artística. El resultado suelen ser vinos de gran calidad, con la marca de identidad de cada hacedor, mostrándonos como interpretan el terruño para cada varietal o blend. Es una visión, una manera de expresarse. Ni más, ni menos.

Soy optimista por naturaleza y quiero pensar y creer, que éstos hombres hacen ésto porque les gusta, porque disfrutan haciéndolo. Me vienen a la mente Charlie Parker y Dizzy Gillespie cuando trabajaban en la banda de Earl Hines y luego de terminar sus actuaciones, iban a las jam sessions a desplegar su arte y a tocar como querían hacerlo. No iban a entretener a nadie ni a cumplir un contrato. El plato de comida ya estaba pago, ahora era por amor al arte, para crear nuevos sonidos, para alimentar el ego. Si eso gustaba y podían vivir de ello, mejor. Pero en aquel momento no estoy seguro si lo hacían por esta razón, yo quiero creer que algo más poderoso que su voluntad los llevaba arriba del escenario. Así nació el bebop.
También quiero creer que a estos hacedores de vino, los impulsa su orgullo y su necesidad de expresarse. Decido creer que estos pequeños proyectos son su sumisa rebelión. La manera que tienen de mirar hacia adentro y cumplir con lo que sus creencias mandan.
Soy un creyente con grandes dosis de escepticismo. Solo el tiempo nos dirá hacia donde nos llevan estos nuevos vientos. Mientras tanto, disfruto el momento. Quiero seguir escuchando mas y mejores blues.
Los dejo con el tema principal de la película de la que les hablaba, una exquisita composición de Brandford Marsalis.








jueves, 27 de diciembre de 2012

El año de la resistencia



“Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días.” Ernesto Sábato, La resistencia, mayo de 2000.


Este 2012 fue para mí, el año en que la resistencia ganó una batalla. Ustedes se preguntaran que batalla? que resistencia? Que fue lo que se ganó?. 
Pues bueno, la historia es larga y aburrida, así que si deciden seguir, están advertidos.
Por 2006 éramos unos pocos los que ya estábamos aburridos de los vinos "parker", tras el  impacto de ese tipo de etiquetas con mucha intensidad, fruta muy madura y un fondo de vainilla, algunos nos atrevimos a decir que no era la nueva verdad, que la calidad de un vino no estaba dada por la sobre maduración de la uva o el sabor a barrica, que si bien es un estilo que puede ser disfrutable, notábamos que el uso de ciertas técnicas enológicas, favorecían la  homogenización y no la diversidad. En los viejos foros del vino, la mayoría, defendía la idea que los nuevos vinos, eran el futuro y que lo demás estaba en tela de juicio. 
Así conocí a unos pocos que compartían mis mismos criterios, y de alguna manera nosotros fuimos "la resistencia". Pasábamos horas y días discutiendo y tratando de hacer entender a muchos, que  no solo de barrica y de fruta sobre madura vive el hombre. Que Carmelo Patti, Riccitelli, Panella o Ángel Mendoza entre otros, no eran dinosaurios atascados en un estilo arcaico y obsoleto. Luchábamos con las pocas armas que puede darte un teclado de computador, para defender lo que creíamos justo y necesario. Los vinos "parker" eran una moda, que se vendía bien en yanquilandia, éste hecho comercial parecía hacer ver que los que sabían interpretar ese terruño eran los nuevos, no los que hacía décadas estaban allí, esos tipos eran generalmente tratados como pobres viejos metidos en un concepto estilístico equivocado, ni hablar de los vinos de López o de Weinert, estos vinos en aquellos años estaban catalogados por muchos, directamente como defectuosos. De esa manera, se crearon hordas de adoradores de Cobos y del grupo Clos de los 7, ellos eran los nuevos abanderados, los que sabían interpretar lo que Mendoza y la enología argentina necesitaba, como dije antes, LA NUEVA VERDAD. Siempre amparados en lo que el mercado yanqui requería y en los muy buenos puntajes que cada año conseguían por wine advocade y compañía. De esta manera nacieron cientos de imitadores, bodegueros y winemakers que querían subirse al barco de la felicidad, y así aparecieron muchísimos tintos y algunos blancos de 90 pts., correctos y bebibles, pero tan faltos de carácter como el número que esgrimían en sus etiquetas a modo de cucarda. La nueva ola estaba en su apogeo para 2009, Cobos, Achaval Ferrer, Catena Zapata y algunos otros afortunados, eran las bodegas insignes, casi llegamos al vino de 100 pts., cuanta emoción, pero las voces rebeldes se iban sumando, de a poco aparecían mas que pedían diversidad, y que cuestionaban ciertas prácticas enológicas, incluso desde adentro de la industria. En 2010 aparecieron algunos vinos que abrieron el abanico, si bien seguíamos atados al estilo maduro y concentrado, algunos se atrevieron tímidamente a mostrar otros aspectos que el terruño podía ofrecer en ciertas zonas como el Valle de Uco o los Valles Calchaquíes, por citar dos ejemplos. Y a muchos pareció gustarles esa manera de interpretar una determinada zona. En 2011, y con la llegada de muchos críticos internacionales que hablaban mal del alto alcohol, la sobre extracción y el exceso de madera, el avispero se exaltó y la cúpula indignada parecía no entender, “¿como estos tipos nos critican y después a la hora de puntuar, le dan buenos puntajes a lo que tanto denostan?”. El mensaje parecía confuso, pero era claro, “Muchachos, esto está muy bien, pero ojo con creer que lo único que éstas tierras puede dar es lo que nos ponen en la copa”. Los indignados, masticaban bronca, pero por otro lado anotaban y tomaban cuenta, esa es una de las características mas positivas de la vitivinicultura argentina, estar atentos a lo que nos dicen los de afuera. También en 2011 aparecen en escena varios ejemplares que van a contramano del mainstream, y con gran repercusión entre muchos consumidores y algunos críticos. 2012 es el año del quiebre, por muchas razones, entre ellas el cambio de crítico de WA y sus puntajes, Alejandro Vigil hace un reconocimiento público a Panella delante de la crema de la enología argentina, Patti es un nuevo hombre a descubrir en Lujan de Cuyo, Riccitelli es el enólogo del año para un medio yanqui, Tapia consolida su guía Descorchados como la mas importante en Sudamérica y hace reuniones épicas en Buenos Aires y Mendoza, y así puedo seguir enumerando. En resumidas cuentas, ciertas etiquetas que en 2006 serían destruidas por la crítica, en 2012 tuvieron reconocimiento local e internacional, éste año muchos se animan a mostrarse sin maquillaje y sin miedo a mostrar su lado rústico o salvaje. 
El cambio no implica desheredar todo lo bueno que se hizo en la década pasada, por supuesto que seguirán vigentes muchas etiquetas que representaban el estilo “parker” pre-Martin, y a mi modo de ver, considero que está muy bien que así sea, pero siento íntimamente que nuevas formas de interpretar el terruño, se avecinan para el próximo año, no caigamos en la misma trampa de pensar que una nueva verdad se aproxima, sigamos creyendo en que la diversidad es lo que nos dará un lugar en el mundo del vino. Lograr que la DIVERSIDAD fuera reconocida, es la batalla que ganamos, y por mas pequeño que haya sido mi aporte, me siento parte de ello.
Si llegaron hasta aquí, les advertí que era largo y aburrido, el que avisa no traiciona.
Salud y un gran 2013 para todos!!!