“Hay días en que me levanto con una esperanza demencial,
momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están
al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días.” Ernesto Sábato, La
resistencia, mayo de 2000.
Este 2012 fue para mí, el año en que la resistencia ganó una
batalla. Ustedes se preguntaran que batalla? que resistencia? Que fue lo que se
ganó?.
Pues bueno, la historia es larga y aburrida, así que si deciden seguir,
están advertidos.
Por 2006 éramos unos pocos los que ya estábamos aburridos de
los vinos "parker", tras el
impacto de ese tipo de etiquetas con mucha intensidad, fruta muy madura
y un fondo de vainilla, algunos nos atrevimos a decir que no era la nueva
verdad, que la calidad de un vino no estaba dada por la sobre maduración de la
uva o el sabor a barrica, que si bien es un estilo que puede ser disfrutable, notábamos
que el uso de ciertas técnicas enológicas, favorecían la homogenización y no la diversidad. En los
viejos foros del vino, la mayoría, defendía la idea que los nuevos vinos, eran el futuro y que lo demás estaba en tela de juicio.
Así conocí a
unos pocos que compartían mis mismos criterios, y de alguna manera nosotros
fuimos "la resistencia". Pasábamos horas y días discutiendo y
tratando de hacer entender a muchos, que
no solo de barrica y de fruta sobre madura vive el hombre. Que Carmelo Patti,
Riccitelli, Panella o Ángel Mendoza entre otros, no eran dinosaurios atascados
en un estilo arcaico y obsoleto. Luchábamos con las pocas armas que puede darte
un teclado de computador, para defender lo que creíamos justo y necesario. Los
vinos "parker" eran una moda, que se vendía bien en yanquilandia,
éste hecho comercial parecía hacer ver que los que sabían interpretar ese
terruño eran los nuevos, no los que hacía décadas estaban allí, esos tipos eran
generalmente tratados como pobres viejos metidos en un concepto estilístico
equivocado, ni hablar de los vinos de López o de Weinert, estos vinos en
aquellos años estaban catalogados por muchos, directamente como defectuosos. De
esa manera, se crearon hordas de adoradores de Cobos y del grupo Clos de los 7,
ellos eran los nuevos abanderados, los que sabían interpretar lo que Mendoza y
la enología argentina necesitaba, como dije antes, LA NUEVA VERDAD. Siempre
amparados en lo que el mercado yanqui requería y en los muy buenos puntajes que
cada año conseguían por wine advocade y compañía. De esta manera nacieron
cientos de imitadores, bodegueros y winemakers que querían subirse al barco de
la felicidad, y así aparecieron muchísimos tintos y algunos blancos de 90 pts.,
correctos y bebibles, pero tan faltos de carácter como el número que esgrimían
en sus etiquetas a modo de cucarda. La nueva ola estaba en su apogeo para 2009,
Cobos, Achaval Ferrer, Catena Zapata y algunos otros afortunados, eran las
bodegas insignes, casi llegamos al vino de 100 pts., cuanta emoción, pero las
voces rebeldes se iban sumando, de a poco aparecían mas que pedían diversidad, y
que cuestionaban ciertas prácticas enológicas, incluso desde adentro de la
industria. En 2010 aparecieron algunos vinos que abrieron el abanico, si bien seguíamos
atados al estilo maduro y concentrado, algunos se atrevieron tímidamente a
mostrar otros aspectos que el terruño podía ofrecer en ciertas zonas como el
Valle de Uco o los Valles Calchaquíes, por citar dos ejemplos. Y a muchos pareció gustarles esa manera
de interpretar una determinada zona. En 2011, y con la llegada de muchos
críticos internacionales que hablaban mal del alto alcohol, la sobre extracción
y el exceso de madera, el avispero se exaltó y la cúpula indignada parecía no
entender, “¿como estos tipos nos critican y después a la hora de puntuar, le
dan buenos puntajes a lo que tanto denostan?”. El mensaje parecía confuso, pero
era claro, “Muchachos, esto está muy bien, pero ojo con creer que lo único que
éstas tierras puede dar es lo que nos ponen en la copa”. Los indignados,
masticaban bronca, pero por otro lado anotaban y tomaban cuenta, esa es una de
las características mas positivas de la vitivinicultura argentina, estar
atentos a lo que nos dicen los de afuera. También en 2011 aparecen en escena
varios ejemplares que van a contramano del mainstream, y con gran repercusión
entre muchos consumidores y algunos críticos. 2012 es el año del quiebre, por
muchas razones, entre ellas el cambio de crítico de WA y sus puntajes,
Alejandro Vigil hace un reconocimiento público a Panella delante de la crema de
la enología argentina, Patti es un nuevo hombre a descubrir en Lujan de Cuyo,
Riccitelli es el enólogo del año para un medio yanqui, Tapia consolida su guía Descorchados
como la mas importante en Sudamérica y hace reuniones épicas en Buenos Aires y
Mendoza, y así puedo seguir enumerando. En resumidas cuentas, ciertas etiquetas
que en 2006 serían destruidas por la crítica, en 2012 tuvieron reconocimiento
local e internacional, éste año muchos se animan a mostrarse sin maquillaje y
sin miedo a mostrar su lado rústico o salvaje.
El cambio no implica desheredar todo lo bueno que se hizo en
la década pasada, por supuesto que seguirán vigentes muchas etiquetas que
representaban el estilo “parker” pre-Martin, y a mi modo de ver, considero que
está muy bien que así sea, pero siento íntimamente que nuevas formas de
interpretar el terruño, se avecinan para el próximo año, no caigamos en la
misma trampa de pensar que una nueva verdad se aproxima, sigamos creyendo en
que la diversidad es lo que nos dará un lugar en el mundo del vino. Lograr que la DIVERSIDAD fuera reconocida, es la batalla que ganamos, y por mas pequeño que haya sido mi aporte, me siento parte de ello.
Si llegaron hasta aquí, les advertí que era largo y aburrido, el que avisa no traiciona.
Salud y un gran 2013 para todos!!!